Murmullo incesante

El lenguaje es quien habla, ese murmullo incesante que nos atraviesa y hace gestos, destellos en la oscuridad

jueves, 4 de octubre de 2012

La nueva teodicea: la madre de todas las mermeladas

Afirma Punset que cualquier tiempo pasado fue peor y que cualquier período del futuro será mejor, haciendo gala de una inquebrantable fe en el progreso de la humanidad (esa entidad abstracta e inexistente, tema en el que no vamos a entrar ahora). Un ejercicio de vacua futurología, evidentemente, en el que no se trata de pensar sino de vender: el optimismo como mercancía, envuelto en una versión apenas disimulada de teodicea según la cual el universo tiende necesariamente a lo mejor. La tesis de Punset es incluso más fuerte que la consideración del Bien como idea trascendental, porque según Punset el Bien se va realizando progresivamente en cada período del tiempo según este avanza, es decir, que no es condición de posibilidad de la acción, aquello en vistas de lo cual uno actúa y persigue -porque en esta consideración, al menos, se admite la posibilidad de fracasar, de no lograr el fin propuesto y que hay consecuencias que escapan a la acción intencional de un sujeto, incluso del sujeto hipostasiado Ciencia, del que Punset no para de hablar- sino realización efectiva, que se cumple necesariamente en el devenir de la Historia, que al parecer tiene un plan bondadoso para nosotros. Todo es mejor que ayer, pero menos que mañana (el Bien completo, por otra parte, no está destinado a nosotros ni, en realidad, a nadie. Sucede algo parecido a lo que pasaba en la famosa sentencia de Lewis Carroll: mermelada ayer y mañana, pero nunca, por tanto, hoy, solo que aquí la mermelada cada día es mejor, la mermelada de ayer era peor que la de hoy y la de hoy es peor que la de mañana, estamos todos los días comiendo una mermelada que es cada vez mejor, aunque no comeremos nunca la mermelada perfecta, el summum bonum o la madre de todas las mermeladas). La posibilidad de lo mejor ni siquiera es eso, una posibilidad, que como tal puede realizarse o no, sino una especie de destino. Siendo demagógicos (no demasiado), podríamos recordar la dos guerras mundiales del siglo XX, que habría que redefinir como períodos del tiempo mejores que los anteriores. La segunda guerra mundial fue un período del tiempo mejor que la Atenas de Pericles. Suena demagógico, cierto, pero si nos atenemos a lo que dice Punset, esto es lo que hay, porque el famoso divulgador no dice que tal período fuese mejor que tal otro, sino cualquiera. Cierto es que Punset dice, además, que esto es así si vemos el tiempo en perspectiva. Traducido al cristiano: los caminos del señor son inescrutables.

PD: Esto no es una crítica del libro Viaje al optimismo, que ni he leído ni voy a leer, solo de la sentencia que sirve (suponemos) como reclamo publicitario. Tampoco estamos criticando a Leibniz, porque creemos que su idea de que vivimos en el mejor de los mundos posibles no implica una moralina barata. De hecho, la frase de Leibniz nos parece casi trágica y desesperada: el mundo no puede ser mejor de lo que es. Tampoco somos fatalistas. Sencillamente, creemos que el futuro está indeterminado, que el tiempo -como diría Kant- es la forma misma de la determinación y que, por tanto, no puede saberse de antemano si cualquier período del tiempo futuro va a ser mejor o peor, a menos que uno sea un dios o un famoso divulgador.

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