Murmullo incesante

El lenguaje es quien habla, ese murmullo incesante que nos atraviesa y hace gestos, destellos en la oscuridad

martes, 2 de octubre de 2012

Más allá del ser (I)

Durante mucho tiempo he pensado que el intento de sondear más allá del ser conducía irremediablemente a caer en las redes de la religión, y durante mucho tiempo he pensado que la religión no podía ser otra cosa que un asilo de nuestra ignorancia, un refugio propio de cobardes, una fantasía consoladora, pero fantasía al fin y al cabo. Pensaba que la religión era una etapa infantil de la humanidad felizmente superada por los descubrimientos científicos. Ahora, sin embargo, y pese que sigo estando muy lejos de profesar una religión determinada, pienso más bien que es la contraposición simple y taxativa entre ciencia y religión la que adolece de un carácter pueril y acrítico, pienso que hay diversos modos de plantear y concebir el fenómeno religioso y que ni siquiera está claro qué queremos decir cuando nos referimos a la religión. Sigo pensando que dar un contenido positivo a lo trascendente es algo así como hacer trampas, como tomar un hatajo de forma indebida, y sigo pensando que el fanatismo religioso nubla el cerebro de las personas.

Wittgenstein señalaba algo muy simple, pero que a mí se me había pasado por alto: que el discurso religioso no versa sobre hechos, que no se basa en proposiciones descriptivas. Esta distinción es fundamental. De ahí que Wittgenstein dijera que existe lo místico, pensado como aquello que se muestra, pero que es inexpresable, porque su afán, su ideal filosófico, podríamos decir, consistía en describir. Valoraba más las descripciones que las explicaciones. Pero, si el modo de expresión filosófica es la descripción, y lo religioso se caracteriza por no ser descriptible, está claro, entonces, que lo religioso es inexpresable filosóficamente. Entonces, nos queda el silencio místico.

Desde luego, parece muy razonable pensar que el ámbito de lo religioso, que se situaría más allá del ser, se hurte a todo esfuerzo lingüístico por atraparlo. Al fin y al cabo, una proposición consiste en decir algo de algo, que algo es algo. El ser se dice de muchas maneras, pero ¿de qué manera decir lo que ni siquiera es? El no-ser no es, según el poema de Parménides, así que no se puede decir ni pensar. Más allá del ser no designa un lugar. En rigor, no podemos hablar de un ámbito situado más allá del ser.

Continuará...

2 comentarios:

  1. Muy interesante y estoy de acuerdo en lo que respecta a esa dicotomía entre ciencia y religión. Últimamente he leído a Zizek, él dice que el ateo no es aquel que niega la existencia de Dios, sino aquel que niega la existencia del mundo. En este sentido, tampoco la ciencia está excluída de cierto halo de misticismo. Y la verdad es que poco importa. Siempre y cuando estemos atentos ante esos nubarrones que pudieran eclipsar la poca capacidad de razonamiento que nos queda ; ))

    Me alegra comprobar que has estado reflexionando en serio sobre Wittgenstein. Aunque ahora soy yo la que tengo ciertas reservas y estoy abriendo mi lado más... vamos a dejarlo en que me estoy abriendo. Y estoy tratando de darle un lugar... alguno... también a lo sagrado, hala, ya lo he dicho.

    Al fin y al cabo, y aunque Wittgenstein se revuelva en su tumba... el lenguaje si pienso que tiene algo de misterioso, y el mundo algo de indecible.

    Aunque me concedo poder pensar algo radicalmente distinto mañana, o dentro de una hora...

    Un fuerte abrazo. Y como siempre, es un placer leerte.

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    1. Hola,

      Como verás, este blog está ya abandonado... Voy a esperar a los cuarenta para escribir mi obra filosófica seria jejeje

      Lo sagrado, lo religioso, a mí cada vez me interesa más. Me interesa cómo lo plantea Eugenio Trías. Más que plantear que de lo que no se puede hablar, mejor es callar, propondría un modo de hablar simbólico, analógico que, creo yo, tiene mucho que ver también con el arte.

      En filosofía analítica -aunque ya sabes que a mí los filósofos analíticos me derrotan, XD- distinguen entre "creer que" y "creer en". Lo primero expresaría una proposición sobre el mundo, digamos. Tendría valor cognitivo. Creo que el éter existe. Pues no existe. Error. Pero creer en expresa algo distinto. Creer en alguien, por ejemplo, expresaría que confío en ese alguien. Probablemente el lenguaje religioso está más cerca de esto último; al menos lo religioso que no es mera superstición. Es decir, si alguien cree que Dios hizo, literalmente, al mundo en siete días, y cosas así, yo diría que eso es superstición. O que Dios creó al hombre del barro y estas cosas. Sin embargo, volviendo a Trías, las narraciones religiosas, tomadas en sentido simbólico, analógico, me parecen cruciales, importantísimas.

      También me parece muy sugestiva lo que dice Trías sobre la esencia de lo religioso, refiriéndose a Marx: el lamento de la criatura oprimida. El poder mayor, inevitable, que oprime al ser humano, es la muerte. El objetivo de la religión sería la salud, no en el sentido físico, claro, sino, por decirlo con un término muy manido, existencial. Para mí está claro que la religión no describe estados de cosas.

      Wittgenstein ponía un ejemplo de los suyos: si alguien dice que dos más dos son cinco, podemos pensar que se equivoca, pero si contesta trescientos millones, deberíamos pensar que está usando un sistema de significados diferente. Algo así, lo estoy diciendo de memoria. No puedo evitar pensar que la religión y la ciencia son dos juegos de lenguaje diferentes...

      Otra cosa que me interesa, y no es tanto que crea o no, solo que me parece interesante, es la postura del fideísmo. Ni teísmo ni ateísmo. Sería esa postura del "creo porque es absurdo". No haya nada racional que me lleve a afirmar a Dios y, precisamente por eso, se necesita la fe. Es una postura muy criticada aunque, al fin y al cabo, no se mete con nadie XD

      Un abrazo... ya hablaremos más

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